martes, 13 de septiembre de 2011

666 pelos


Todos tenemos millones de pelos repartidos por todo el cuerpo, que entre otras cosas, no hacen más que recordarnos consciente o inconscientemente, la bestia que llevamos dentro. Una bestia peluda, un diablo escondido, un animal salvaje.
La sociedad está basada en la represión de nuestra bestia: no desees a la mujer de tu hermano, no comas con las manos, no te subas a los árboles, no grites, no salgas desnudo a la calle, no le digas a tu madre lo que realmente piensas de ella…
Y resulta que, probablemente, para poder parecernos a esos personajes encantadores que anhelamos ser en nuestros sueños, un primer paso sería reconocer nuestra  bestia, sacarla a pasear, aceptarla,  para luego poder transformarla en algo sublime.
No se trata de ir insultando al mundo y lanzando porquería a diestro y siniestro. Es más bien, dejar salir ese eructo, esa frase venenosa, ese golpe en la mesa, cuando tenga que ser. Una manera auténtica de fluir con nuestra naturaleza, con esa vida simple que llevábamos hace siglos, cuando el día perfecto era lograr encender el fuego, asar el jabalí y luego fornicar bajo la luz de la luna.
Si quieres hacerte un bien a ti mismo y a la humanidad, no dejes que se acumulen tus instintos. Libera a tu bestia simbólicamente: Da una vuelta por tu barrio con un disfraz de mono peludo pero sin máscara, sin ocultar tu rostro. Revuélcate en el césped, bebe agua de las fuentes, e invita a un extraño a que te sobe la cabeza con cariño como a un animal. Regresa a casa, envuelve el disfraz en una caja color rosa, envíala a tus padres por correo, con una linda nota que diga: “han traído al mundo a una bestia…eso sí, muy simpática”, y luego cómete una banana.
Podríamos poner un día de liberación de nuestra bestia. Todos juntos dándole un golpe a la vergüenza. Un 15M peludo. ¿Qué me dicen?

No hay comentarios: