Ernesto, el fantasma

Su nombre es  Ernesto y es un fantasma.

Se dedica a escribir la palabra "alma" en lugares estratégicos,  para que cierta gente impresentable no tenga más remedio que leerla y releerla.

Como una  terapia subliminal, dirigida a despertar el anhelo natural del ser humano de conectarse con su yo interior. Logrando, en la mayoría de los casos, que las personas después de varios días de "coincidencias",  comiencen a hacerse preguntas existenciales. Primer síntoma de éxito y único objetivo de la fase uno de su empleo.

Así, Ernesto escribe en los espejos húmedos, en las sopas de letras, en las pantallas de los aeropuertos, en los anuncios de damas de compañía, en la carrocería de los coches sucios, en los billetes de alta denominación...

Tarea nada fácil, pues con regularidad, le toca ponerse bastante creativo para dejar su señal del más allá.

Como la vez que formó "alma" en la punta encendida de cada tabaco que un hombre fumó durante 1 semana. Esfuerzo que lo dejó bastante satisfecho pues el individuo en cuestión, después de encender más de 200 tabacos, casi enloquecido por no dar crédito al fenómeno, efectivamente le pidió el divorcio a su esposa, recogió sus maletas y tocó la puerta de su amante quien había esperado por él durante 14 años... una mujer de mediana edad, llamada Alma, por cierto.

O como la vez que tuvo que recurrir a causa mayores, escribiendo "alma" con las heces delgadas y firmes de una top model, quien obligaba a su cuerpo a desechar constantemente las pocas calorías que este lograba acumular. Una Chica quien después de bajar el water repetidas veces sin lograr que desapareciera aquello, lloró desconsoladamente y salió a la calle desnuda a devorarse 10 perritos calientes, en el tarantin de la esquina que tantas veces había mirado con desprecio. 

Ernesto trabaja todo el día por poca paga,  más sin embargo... lo disfruta mucho, por aquello del poder de manipulación. 

Y  es curioso pues en vida, Ernesto fue realmente invisible. Ningún talento, nada de carisma, cero carácter. 

Una persona realmente impresentable.