domingo, 26 de abril de 2009

Intermitente


Estoy convencida de que la paranoia puede llegar a ser buena, divertida, o hasta sana en algún caso, o en mi caso específicamente. 


Y es que hace como 2 meses, estoy paranoica, vivo paranoica, alguien me ha vuelto paranoica, pero me ha hecho bien. 

Sobre todo cada vez que me sonrojo inventándome cosas, cada vez que me despierto en mitad de la noche alucinando mensajes del más allá o del más acá, o cada vez que me burlo de mi comportamiento paranoico. 

Y para que no piensen que además de paranoica, también estoy un poco "cu cu", les explico.

 

Ahora mismo vivo en un piso del Barrio Gótico de Barcelona. Lugar que se caracteriza por sus calles angostísimas y antiguas. Mi habitación tiene una ventana grande (gracias a  Dios) que deja pasar los rayos del sol, donde además tengo 2 plantas con las florecitas de temporada, y desde donde alguien a quien no conozco de nada, me observa. 


La primera vez que noté su presencia, se me paró el corazón. Eran como las 9 p.m  y estaba exactamente como ahora. Conchita (mi g4) en la mesita de noche, yo en la cama escribiendo en Conchita y la ventana en las narices como un espejo. Concentrada, sola, absorta. Y se encendió un chorro de luz.


Por un acto reflejo levanté la mirada y atiné a ver la sombra de un hombre, abriendo su ventana y encendiendo un cigarrillo. Por la proximidad les juro que bien podría haberme dado la mano y presentarse, lo cual obviamente, hizo que me sintiera totalmente vulnerable... y que perdiera la noción de mi edad biológica, pues de inmediato corrí a contarle a mi compañera de piso como si tuviera 10 años: que hay un hombre allí!!!!, que no sé que hacer!!!!, que va a ver todo lo que hago!!!!, que es mi vida expuesta!!!!,  que allí no se había asomado nadie!!!!!, sólo vi un gato una vez en esa ventana y también me asustó!!!   jajajajajaja, jojojojojoj, jejejejeje, jijijijijiji, risas nerviosas de dos niñas de 10 años (La Noe también se apuntó a la regresión). 


Lo que sigue es una sucesión de encuentros intermitentes. Tuve que  bajar un poco la persiana para palear el descaro. Y es que el tipo lo hace cuando le apetece. Se planta, fuma, y  no se mueve, entonces tu no sabes si te está viendo a ti o a.. ti... o a ... ti.  Porque no hay más opciones.


El otro día, lo vi con el rabo del ojo. Creo que tiene unos 40 o tal vez menos, el cabello ensortijado y camiseta negra. Y como no tiene horario de aparición, entonces mi psiquis ya lo ha asumido como eso, como un ente, que debe sorprenderme a las 10 a.m, a las 3 de la tarde, a las 9 o hasta en la madrugada. 


Un noche, ya debajo del nórdico y apunto de roncar, escuché un ruidito. Lo ignoré. Sonó otra vez, y allí pensé: "es él!... no te muevas.. te está viendo... está lanzando piedritas desde su lado...." y volvió a sonar. 

Por eso, ya no estoy sola. No puedo. Aveces me olvido, y sigo naturalmente mi curso,  y ya no miro insistentemente a la ventana. 

Y Pum! hace su entrada triunfal con bombos y platillos o  con el ruido oxidado que hacen todas estas ventanas ancianas. 


Entonces vivo paranoica, pero me divierto horrores. También lo he utilizado para mejorar mi auto-aceptación, en vista de que hay alguien que sigue visitando la misma ventana con vista incluida para saciar su adicción, al cigarrillo.


Alguien que no sabe quien soy en el papel, pero si en la cotidianidad. Al final, seguro también me estoy volviendo un poco "cu cu".

2 comentarios:

María Eugenia M. dijo...

Ya que pasó el susto, no pierdes nada con mirar un poco mejor que con el rabillo del ojo, de repente descubres que vale la pena seguir el juego y la próxima vez no arroparte tanto con el nórdico. Total, cuarenta años no es nada. Sigue escribiendo sobre este cuento, ya estoy intrigada de saber qué pasará en los próximos capítulos!
Un beso,
Pona

Alicia C Pérez E dijo...

es demasiado intimidante!.. muy intimidante! igual para alguna que otra cosa ha funcionado ;) no te digo que me ha caído de perlas esta paranoia?