domingo, 19 de abril de 2009

Historias Felices

Hay tres chicos en la plaza hoy, ayer, y el día anterior.


Alex. El que Impone el lenguaje: "Como sigas así, te voy a partir...".


Luis. El que viene de lejos a visitar a sus abuelos.


Y Carlos. El que siempre está.

Vive al lado de la plaza, por eso la señora María, su madre inmigrante, les hace dulces, les enseña a bailar y termina la fiesta cuando son las 8 de la noche.


Un día pasó algo extraordinario.


Había mucha luz. Jugaban a los karatecas. La plaza estaba sola, solo ellos.


Y apareció.


El ambiente se tornó de camara lenta. Los tres voltearon al mismo tiempo hacia el centro de la plaza. Y allí estaba.


Una puerta indescriptible. abierta.


Habría alguien dentro? Saldría alguien de allí? una voz? una persona? un hombrecillo verde proveniente de alguna galaxia? Una diosa de 12 años con los labios pintados de rosa? Un dibujo animado? Mi abuela? (pensó Luis).

No quedaba otra opción que acercarse.


A medida que avanzaban la puerta se hacía cada vez más grande.

En algún momento, era como ya no estar en la plaza, ni en ningún lugar.


Ya casi en la puerta, se miraron e hicieron una señal de valentía. Quién primero?

Alex primero.

Alex dio unos pasos y entró, así le siguieron los demás.


Pasaron 10 minutos dentro. Luego la extraña dimensión los expulsó.

Cayeron al suelo y todo volvió a la normalidad.


Ese día cambió el futuro.


Hicieron un pacto. Nunca le contaron a nadie lo que vieron.


30 años después, mientras jugaban a las cartas en casa de Luis, la puerta volvió aparecer.

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